Este tiempo de aislamiento cada persona lo ha vivido de forma distinta. Sin duda el impacto en la economía ha sido notable y las medidas establecidas para hacer frente a la expansión del virus han paralizado algunos sectores parcial o completamente. La baja de los niveles de producción, así como una caída de la demanda de varios bienes y servicios, ha afectado el comercio internacional y con esto la economía de la mayoría de los países. Se habla de una pérdida mundial que alcanzan los 10 trillones de dólares. Sin embargo, también hay cambios positivos asociados a las medidas de distanciamiento social. Hemos visto la mejora de la calidad del aire que respiramos, playas más limpias, reducción de la contaminación por ruido, pero sobre todo, la caída drástica de emisiones de gases de efecto invernadero (GEI) que han contribuido a la mitigación del cambio climático. Esto último se ha dado, principalmente, por la reducción de consumo de energía, la caída de los niveles de producción en fábricas y por la paralización del transporte terrestre y aéreo casi en su totalidad. Pero, ¿qué pasará ahora que las restricciones se flexibilicen y se reactive la economía?, ¿volveremos a la vida que conocíamos? Y quizá la pregunta que más resuena, ¿queremos volver a la normalidad de antes de la pandemia?
Según algunos análisis, las externalidades positivas que se han dado para el medio ambiente son un respiro temporal. Sin embargo, aún estamos lejos de provocar cambios en la escala necesaria para sostener el modelo de desarrollo en el que vivimos y contrarrestar los efectos del cambio climático y el uso insostenible de recursos naturales. La reducción de emisiones de gases de efecto invernadero (GEI), asociada a la pandemia, tiene un impacto bajo comparado con el total de concentraciones de GEI acumulados por décadas en la atmósfera. Además, de acuerdo con algunos análisis de la última crisis financiera mundial del 2008, los niveles de emisiones de GEI se incrementan rápidamente a medida que las economías vuelven a los patrones de producción y consumo, alcanzando niveles más elevados que antes de la crisis.
Para que exista un decrecimiento de emisiones significativo, debe haber cambios estructurales y continuos en las políticas y regulaciones de los países que incentiven un modelo económico más sostenible; es decir, uno que considere los impactos en el medio ambiente. El impacto del COVID-19 se verá realmente en las medidas que los países empiecen a tomar para reactivar sus economías. Ahora que se ha priorizado la recuperación de varios sectores, vemos cómo se quieren flexibilizar políticas y compromisos establecidos para controlar niveles de emisiones de GEI que amenazan esfuerzos a nivel nacional e internacional por mitigar el cambio climático. Por esta razón, es fundamental que las personas, desde nuestro lugar, empecemos a ser parte de la solución.
Hoy que las ciudades en el mundo empiezan a reabrirse, buscando reactivar su economía, es importante que paremos a pensar cómo queremos que sea esta nueva normalidad que viviremos. Dentro de los cambios a los que tendremos que adaptamos debemos considerar el vivir de forma más consciente, pensando en el impacto que tiene cada cosa que hacemos y decidimos. Podemos empezar por pequeñas acciones en nuestro estilo de vida y compartirlas para que así más personas se vayan sumando. Fomentar un enfoque de "abajo hacia arriba" (desde las personas hacia los gobiernos) puede complementar positivamente las políticas nacionales y acuerdos internacionales que, aunque no impactan en la misma escala, hacen una diferencia a nivel local y nos ayudan a tomar conciencia de nuestra relación con el planeta.
Aquí compartimos algunas acciones que podemos implementar fácilmente en nuestro día a día y nos encaminan hacia una vida más consciente con el medio ambiente.
1. Separa los desechos en tu casa, para que puedas reciclar materiales como plástico, vidrio, cartón o latas.
El manejo de desechos es algo que se ha visto afectado con la pandemia, porque se ha restringido la movilidad y con esto se ha complicado el trabajo de los recicladores. Es clave que se retome las acciones de reciclaje, en particular ahora que se genera más desechos tanto orgánicos como inorgánicos, por el consumo en casa, las compras en línea y el regreso a empaques desechables.
2. Evita el uso de bolsas y empaques desechables en general.
Con la pandemia, hemos visto que uno de los efectos negativos es el aumento de desechables por la idea de que éstos son más seguros. Sin embargo, si los artículos reusables son manejados correctamente pueden brindar mayores garantías que los desechables.
3. Consume solo lo necesario y prefiere lo local.
Consumir alimentos locales no solo es mejor para tu salud, sino que contribuye a reactivar la economía. Piensa en los productores, para quienes vender lo que producen es su sustento.
Las personas tenemos el poder de cambiar nuestros hábitos, pero depende de cada uno. Nuestras decisiones influyen directamente en cómo se modela la economía, y por eso, fomentar un estilo de vida más consciente, donde nuestras decisiones y acciones consideren al planeta, contribuyen al desarrollo de un modelo más sostenible. Paso a paso, podemos empezar con cambios pequeños, aquellos que se ajusten a nuestra forma de vida y que a la larga suman.
Sobre la autora
Daniela Carrión
Economista y Máster en Ambiente y Desarrollo. Trabaja como gestora de proyectos en el campo de la cooperación internacional, en temas de ambiente y su vínculo con el desarrollo. Su trabajo la ha conectado con el cuidado del planeta y el propósito de vivir una vida más sustentable. Apasionada por temas de psicología, autocuidado y desarrollo personal. Cree que el primer paso para ser feliz es estar bien consigo misma.
Instagram: @dani_carrionj
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